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La incidencia de la COVID-19 en la industria del reciclaje

Ha pasado casi un trimestre desde que a lo largo y ancho del planeta distintos gobiernos decretaran medidas de confinamiento a causa de la pandemia provocada por la COVID-19. Desde entonces, el Consejo Internacional de Reciclaje (BIR, en sus siglas en inglés), convocó a todas sus asociaciones miembro para analizar el impacto de esta crisis sanitaria en la industria del reciclaje.

A través de diversas videoconferencias, el Consejo ha ido recopilando datos y cifras sobre cómo ha afectado la paralización de la actividad económica a las empresas recuperadoras y qué medidas se han ido implementando para asegurar la reconstrucción.

La Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER) fue uno de los embajadores del BIR y ha venido reportando los datos de la actividad recuperadora en España en las distintas fases establecidas por el Gobierno.

En un primer momento, en pleno decreto del primer Estado de Alarma, la gestión de residuos fue considerada un servicio esencial. Eso sí, abocada a un servicio de mínimos, arrastrada por la paralización de otros sectores industriales y de servicios, por las limitaciones a la movilidad o por el cierre de los puntos limpios de los ayuntamientos con la consiguiente afectación de la recogida, por ejemplo, de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.

Muchas empresas no tuvieron más remedio que recurrir a ERTE excepcionales avalados por el Ejecutivo y reorganizar su actividad para planificar cuál sería el volumen de trabajo según se iniciaran las medidas de desescalada en las distintas fases contempladas. Para ello, contaron en todo momento con el asesoramiento de FER, cuyo equipo humano estuvo en contacto permanente con las empresas del sector, consciente del grave impacto económico a corto y a medio plazo de esta crisis sanitaria.

Con la llegada de la Fase 1 de la desescalada, la Federación constataba que, partiendo de ese servicio de mínimos, en apenas dos semanas el ritmo de la actividad aumentaba un 15% en líneas generales, aunque también señalaba que existían enormes variaciones en función de los distintos flujos de residuos.

Así, en cuanto a los metales férricos y no férricos, actualmente las plantas de tratamiento trabajan entre el 30 y el 50% de su capacidad; las plantas de medios densos lo hacen entre un 30 y un 50%, y los desguaces de automóviles –dada la paralización sin precedentes de esta industria– un 70% seguían cerrados.

Precisamente, el sector de la automoción es uno de los que mayor preocupación despierta en la industria del reciclaje. No olvidemos que, además de ser uno de los mayores proveedores del sector es, a su vez, un gran consumidor materias primas secundarias para su proceso productivo.

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Fuente: retema.es // 29.07.2020